«El Sísifo» de Camus

«El Sísifo» de Camus

Sísifo fue un personaje de la mitología griega que fundó el reino de Corinto. El Mito relata que Sísifo fue testigo del secuestro que Zeus realizó sobre Egina, hija de Asopo (Deidad que inspiró a muchos ríos griegos). Sísifo, al estar enterado del rapto ofreció a Asopo informarle sobre el paradero de Egina a cambio de que éste le diera agua a la ciudadela de Corinto. Cuando Zeus se entera que Sísifo fue quien lo delató, se reúne con Hades (dios de la muerte), y deciden condenarlo imponiéndole un castigo mucho peor que la muerte: “Subir una pesada piedra por la ladera de una montaña empinada. Y cuando estuviera a punto de llegar a la cima, la gran roca caería hacia el valle, para que él nuevamente volviera a subirla eternamente”.

A partir de este mito Albert Camus nos hace una pregunta esencial: LA VIDA, SIENDO ABSURDA, MERECE LA PENA?

Como punto de partida es necesario poder entender el concepto de lo «Absurdo» (que no es considerado, para este propósito, como aquello que es contrario a la lógica). Para Camus «lo absurdo» es el enfrentamiento entre el deseo (por ejemplo: el permanente deseo de ser aceptados, de querer una vida feliz y «perfecta», de tener más «like», de buscarle un sentido único a la vida, de «tener más y más», etc.) y la razón (que entiende a la vida como una lucha constante y sin remedio, que ve al mundo como un «valle de lágrimas»).

Camus hace una analogía entre el castigo de “hacer rodar una enorme piedra cuesta arriba” y la vida rutinaria del ser humano: El despertar día a día para ganarse la vida invirtiendo doce horas (o más) del día para así lograr el sustento y alcanzar, en el mejor de los casos, una vida medianamente decente y digna.

Para Camus, Sísifo es un héroe que se toma en serio su castigo, y hace del absurdo una aceptación de si mismo, de esa contradicción entre razón y deseo.

Si ACEPTAS lo que debes hacer (empujar tu propia piedra), encontrarás la libertad en esa consciencia. Para Camus la felicidad está necesariamente ligada a esa libertad.

Nos llama a NO RENDIRNOS a pesar de las circunstancias (de tener un trabajo que no te gusta, de vivir en un país inviable, de los políticos que no eliges;etc).

Lograremos adquirir la LIBERTAD al aceptar que la vida no tiene sentido, puesto que no tiene sentido que yo desee lo que no está en mis manos poder cambiar (o conseguir). A partir de esa aceptación se alcanza la libertad y así logramos superar el «castigo de los dioses».

Aunque la vida sea absurda, merece la pena afrontarla con sus innumerables tragedias y reveses, puesto que, una vez que alcancemos la cima (que en el mito simboliza el triunfo o el logro de nuestros objetivos), podremos disfrutar la sensación de haber logrado lo que nos proponemos, aunque debamos volver a soltar la piedra, y así comenzar de nuevo.

Con respecto a «La Libertad», Camus señala que «Ser Libre» es ser consciente de que no podemos entregarnos únicamente a los deseos o a la razón.

Ahora bien, «Aceptar lo absurdo de la vida» es lo mismo que «Resignarse a ella»? Camus no nos propone una aceptación pasiva, sino que nos plantea que aceptemos nuestro destino como un principio de actividad.

El “Existencialista Feliz” NO nos invita al conformismo, todo lo contrario, de lo que se trata es de aprender a desarrollar obligaciones vitales para tener una existencia digna y plena.

Nos llama a protagonizar una Revolución, pero una que busque el crecimiento personal, que nos haga mejores. Contrariamente a lo que planteaba Sartre, para Camus las personas son mucho más importantes que las ideas. Ninguna revolución justifica la muerte y el abuso. “Primero alcanzo la libertad, para crear la consciencia de mi situación”. En lugar de “luchar” contra lo que no puedo cambiar, voy a usar aquello que no me favorece para hacer de mi vida, una que sea más digna y rica en posibilidades, en base a la disciplina y el esfuerzo.

La analogía vinculada a “La bajada de la montaña” es descrita como el momento de la consciencia (el disfrute es cuando sueltas la piedra). Después de la consciencia viene la lucha. Tenemos que aceptar la vida, no podemos aspirar a una vida ilusoria.

Como afrontar el absurdo de la vida? Para Camus, existen 3 posibilidades: Actitud Religiosa: Como la vida es absurda voy a idear un mundo que me gusta más y voy a vivir pretendiendo alcanzar (con acciones) un mundo imaginario (la promesa de la vida eterna, de un Dios que nos espera en el Paraíso). A esto lo denomina como “El Suicidio Filosófico”. Dejamos de hacernos las preguntas vitales y le atribuimos respuestas religiosas a todo aquello que no entendemos o, sobre aquello que no queremos reflexionar. Ciertamente para Camus está no es una posibilidad válida.

“El Suicidio”: Camus señala que “Matarse” es confesar….es confesar que la vida nos supera o que no la entendemos. “Uno se mata porque la vida no vale la pena ser vivida, sin duda eso es verdad, pero es una verdad improductiva, porque es una perogrullada”.

“La Aceptación”: Tomar la decisión de EMPUJAR LA PIEDRA, ACEPTAR EL DESTINO ABSURDO, PERO A PESAR DE TODO, QUEDARNOS CON LOS INSTANTES DE BELLEZA QUE HACE QUE MEREZCA LA PENA SEGUIR EMPUJANDO.

El Absurdo no es Mundo ni el Hombre, lo absurdo es la situación del hombre en el Mundo.

El año del Pensamiento Mágico

“La vida cambia rápidamente. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar y la vida que conoces termina”. 

Estas palabras que acompañan la lectura como un mantra retratan la conmoción y el duelo vivido por Joan Didion; le tomó un año recoger los pedazos de su vida, y descubrir hasta qué punto, y de un zarpaso, se transforma “el mundo” y con esto cualquier idea previa  que se pueda tener sobre la muerte, la enfermedad, la probabilidad y la suerte, sobre el matrimonio, los hijos y la memoria, sobre lo que la gente hace y no hace para soportar la idea de que la vida termina, sobre los fallos de la sanidad, sobre la vida misma.

El año del pensamiento mágico es un libro que tiene un doble argumento: por un lado, constituye un minucioso análisis de la muerte repentina de un cónyuge y el duelo del trauma; por otro, la reflexión que refleja la lucha de una madre por salvar a una hija gravemente enferma.

De este ensayo con pinceladas de novela consolido la idea que tengo sobre lo frágil que es la vida; aquellas cosas que damos por hechas, aquellos planes o objetivos que nos hacen querer sentirnos únicos y todopoderosos pueden llegar diluirse en cuestión de segundos frente a la muerte. Lo que nos sucede hoy debe servirnos para internalizar que todo lo que damos por hecho es una simple ilusión. 

Qué es lo que verdaderamente importa? Que es lo que queremos dejar? Somos tan solo lo que tenemos? Somos acaso el mecánico rol que protagonizamos día a día? 

De Joan Didion he llegado a aprender que somos seres mortales e imperfectos, conscientes de esa mortalidad incluso cuando la apartamos a empujones, decepcionados por nuestra misma complejidad, tan incorporada que cuando lloramos a nuestros seres queridos también nos estamos llorando a nosotros mismos, para bien o para mal. A quienes éramos. A quienes ya no somos. Y a quienes no seremos definitivamente un día.

Comprendiendo el Terror.

Algunos amigos me han preguntado qué de atractivo tiene leer novelas clásicas? Soy completamente honesto, antes de embarcarme en este propósito personal de entregar una parte de mi vida a la lectura, diré que no encontraba «útil» acudir a lo clásico para encontrar respuestas a muchos problemas de hoy.

He tenido que leer dos veces «Crimen y Castigo» (a los 19 y ahora) para entender que no se trata de encontrar respuestas, sino de hacer las preguntas correctas para encontrar las respuestas adecuadas. Ésta novela fue escrita en 1866 y mantiene una vigencia absoluta a partir de los dilemas que sus personajes nos muestran en su desarrollo.

El joven estudiante de derecho Raskólnikov decide asesinar a una vieja usurera que lucraba con la necesidad de la gente pobre. Rodia, inspirado por un sentimiento de superioridad moral e intelectual, decide asesinarla para alcanzar un propósito mejor: Acabar con la «injusticia» y el abuso ocasionado por alguien que se vale del poder económico para someter a las personas. Rodia se siente por encima de la ley y se autoproclama como el ejemplo de lo que se debe hacer para conseguir la justicia. Pero la culpa, el amor de su familia, el de Sonia y la figura de un Dios negado, le permiten dar un giro que lo estimula a afrontar su destino: Pagar su culpa y asumir las consecuencias de su elección.

Ciento Catorce (114) años después un seudo «profesor de filosofía» (filósofo de cantina en realidad) decide ungirse de la misma soberbia moral e intelectual y concluye de que es válido asesinar (no a uno sino a todos los que se opongan) para alcanzar un propósito social «superior»: El poder «del, por y para el pueblo». El protagonista de esta historia es Abimael Guzmán, quien adopta el mote de «presidente» con el objetivo de darle mayor significado a su aventura criminal. Quizá la analogía sea forzada y simplista, pero debo admitir que (para mí) es adecuada en el punto de que Guzmán se sintió por encima de la ley (moral y jurídica) y que su soberbia y «superioridad» trajo como resultado la muerte de Miles de peruanos.

Es preciso leer Crimen y Castigo para entender la mente de un criminal. Al leerla entendí que no basta con simplemente odiar o condenar al enemigo; es necesario comprender cómo piensa y qué lo inspiró a materializar su crimen para así poder derrotarlo. La frialdad de Rodia es similar a la del criminal Guzmán. Rodia entiende la naturaleza de su error y lo enmienda no cuando sus perseguidores lo hostilizan y/o lo agreden, sino cuando descubre que el amor de su familia y de Sonia lo motivan a descubrir la verdadera naturaleza de su crimen.

Ciertamente creo que Guzmán morirá aferrado a su ideología de sangre y terror. Nunca podrá entender que ninguna idea o ningún propósito de «justicia social» justifica jamás el asesinato de ningún ser humano. Creo sí que es posible conseguir la redención de aquellos que encuentran una esperanza en las ideas de Guzmán. Es posible demostrarle a ese sector que ellos también son importantes, que forman parte de nuestra sociedad, que es posible que puedan tener acceso a mejores oportunidades a partir de resolver sus necesidades más esenciales (no su vida). Es posible alcanzar la reconciliación atendiendo la pésima educación pública, la falta de agua y desagüe, mejores condiciones de salud y mayor integración en infraestructura en favor de aquellos que se sienten marginados y descartados. Rodia es parte de esa sociedad marginada que en medio de una pobreza encuentra en la educación la única posibilidad de superación.

Crímen y Castigo es una de las mejores novelas psicológicas de la historia. Los invito a leerla.


https://youtu.be/QeRj-oswZ7I

Eichmann en Jerusalén (Hannah Arendt)

Eichmann en Jerusalén (Hannah Arendt)

Otto Adolf Eichmann fue un criminal de guerra austriaco-alemán de alto rango en el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial, uno de los mayores organizadores y responsable directo de “La Solución Final”, principalmente en Polonia, y de los transportes de deportados a los campos de concentración. Fue promovido por Heydrich por su facilidad en el manejo de la logística de la deportación en masa de los judíos a los guetos y campos de exterminio en los países del este de Europa ocupados por los nazis durante la guerra.

Luego de la derrota de Alemania en 1945, Eichmann fue capturado por las fuerzas estadounidenses, pero escapó del campo de detención, moviéndose por todo el país para evitar su localización. Se escondió en una pequeña villa en la Baja Sajonia donde vivió hasta 1950, cuando huyó a Argentina bajo identidad falsa (Ricardo Klement). Los servicios de inteligencia israelíes confirmaron su identidad y ubicación en 1960, y posteriormente fue capturado por un equipo del Mossad y agentes de Shin Bet y llevado a Israel para ser juzgado.

Es a partir del proceso judicial, llevado a cabo por el “naciente” Estado Judío, que Hanna Arendt escribió una serie de artículos para la revista New Yorker, los mismos que sirvieron de miga y sustancia para el nacimiento del libro “A Reporter at Large: Eichmann in Jerusalem”.

Debo confesar que la lectura del libro escrito por Arendt nació y germinó del gran interés que he adquirido por encontrar algunas respuestas relacionadas a la debacle europea suscitada a lo largo del siglo XX. Dentro de las muchas preguntas, existían tres a cuyas respuestas no me lograba asomar: Por qué los Nazis lo hicieron? Eran acaso monstruos? Cómo pudo un hombre de apariencia tan “normal” como Eichmann colaborar y cometer crímenes tan horrendos?

Una de las primeras lecciones aprendidas de Arendt es que los tipos monstruosos no deben ser necesariamente asociados a sujetos tocados por algún tipo de desorden síquico o moral, sino que pueden llegar a ser seres comunes y silvestres. Eichmann fue un tipo superficial, alguien no muy inteligente que hablaba con frases hechas y a quien le preocupaba no haber llegado a coronel; su decisión de ingresar al Partido Nazi respondió a un acto casi natural al contexto en el que le tocó vivir, no siendo el resultado de una decisión meditada, al punto de que nunca se informó sobre el programa político Nazi. Tampoco era un fanático antisemita, ni un genio del mal, ni un loco que obtuviera placer al saberse responsable de la muerte de millones de personas.

Para Arendt, lo de Eichmann no respondía a algo fuera del orden común de las personas: “No era estupidez, sino una curiosa, y verdaderamente auténtica incapacidad para pensar”. Hubo muchos hombres como él, y estos hombres no fueron pervertidos ni sádicos, sino que fueron, y siguen siendo, terroríficamente normales”. El problema de Eichmann no fueron sus intenciones, sino que no se paró a pensar en las consecuencias de sus actos y en las alternativas que tenía.

Es así como Arendt presenta un nuevo tipo de maldad que a través de la burocracia transformó “a los hombres en funcionarios y simples ruedecillas de la maquinaria administrativa”.

Durante la lectura del libro los argumentos (a manera de pregunta) que Eichmann sostuvo durante su proceso despertaron una particular curiosidad en mí: “¿Quién era yo (Eichmann) para juzgar las órdenes de mis superiores? ¿Quién era yo para poder tener mis propias opiniones en aquel asunto relacionado a la Solución Judía (que acabaría con el exterminio de millones de seres humanos)?” Ante esta actitud llego a reconocer otra de las lecciones aprendidas de Arendt, la cual consiste en que los peores crímenes no requieren grandes motivos.

A mi cuenta y riesgo puedo llegar a decir que fue la incapacidad de pensamiento (de juicio en términos racionales y morales), la que originó y permitió la barbarie que gobernó en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora bien,  a qué se refiere Arendt con “incapacidad de pensamiento”? Es necesario señalar que para Arendt existe una importante distinción entre Conocimiento (Acción y capacidad para acumular ideas, elaborar teorías, resolver problemas técnicos) y Pensamiento (Capacidad de poder tener empatía, de entablar un diálogo interior que busca intentar resolver conflictos morales); distinción que permite que la autora nos hable de la Solitud, que no es otra cosa que el dialogo continuo con nosotros mismos.

Por tanto casi toda la sociedad Alemana y Europea (de 1920 a 1945) careció de una capacidad de reflexión, esa que nos lleva a interpelar nuestras propias acciones y futuras elecciones. Por tanto, me permito refutar al propio Eichmann señalando que TODOS somos quien para juzgar, ya que la carencia de esa facultad (y de su ejercicio) es lo que hace posible y tolerable la diseminación del mal.

Y esta actitud no debe ser solamente aplicada frente a cualquier resistencia contra las formas que adquiere el totalitarismo, sino, sobre todo, en tiempos como los de hoy, donde es necesario preguntarnos sobre cuáles son las consecuencias de nuestras acciones: ¿qué efectos tiene en los demás lo que para nosotros no es más que un trabajo de oficina? ¿Cuáles son las consecuencias de un voto mal informado? ¿Nuestra empresa contamina, por ejemplo, o pone a otras personas en dificultades económicas? ¿Debemos ser tolerantes solamente con quienes comparten nuestras creencias? ¿Debemos juzgar nuestra historia de manera imparcial o bajo la óptica de alguna ideología? ¿Acaso sólo son los políticos que nos gobiernan los únicos responsables de la metástasis moral en la que vivimos? ¿Quién valida el comportamiento corrupto? ¿Debemos solamente combatir la gran corrupción sin hacer lo mismo con la pequeña corrupción? ¿Cuestionar a las autoridades nos hacen ser ciudadanos o nos convierten en partidarios de alguna ideología de turno?

La teoría política y ética de Arendt nos propone un nuevo “imperativo categórico”: No podemos renunciar a ejercer el pensamiento crítico y conformarnos con ser meros espectadores de lo que ocurre. Los totalitarismos (y las sociedades que las cobijan) no llegan de repente, por tanto, es importante mantener siempre el espíritu crítico y diálogo abierto.

Culmino este artículo mencionando el gran debate que generó este libro sobre la tesis planteada por Arendt donde indicaba que la responsabilidad de los nazis en cuanto a este crimen sobre la humanidad, no hubiera sido posible sin la colaboración efectiva de algunos dirigentes Judíos que vivían en la Alemania de aquellos años. Reconozco la valentía y coherencia de Arendt aquí y ahora, parafraseando a Sócrates en el Gorgias (uno de los diálogos de Platón): Es preferible sufrir una injusticia que cometerla. El filósofo no solo asegura que es mejor sufrir una injusticia que padecerla, sino que además es preferible ser castigado por cometer una mala acción que salir impune de ella.

Eichmann en Jerusalén (Hannah Arendt)

Eichmann en Jerusalén (Hannah Arendt)

Otto Adolf Eichmann fue un criminal de guerra austriaco-alemán de alto rango en el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial, uno de los mayores organizadores y responsable directo de “La Solución Final”, principalmente en Polonia, y de los transportes de deportados a los campos de concentración. Fue promovido por Heydrich por su facilidad en el manejo de la logística de la deportación en masa de los judíos a los guetos y campos de exterminio en los países del este de Europa ocupados por los nazis durante la guerra.

Luego de la derrota de Alemania en 1945, Eichmann fue capturado por las fuerzas estadounidenses, pero escapó del campo de detención, moviéndose por todo el país para evitar su localización. Se escondió en una pequeña villa en la Baja Sajonia donde vivió hasta 1950, cuando huyó a Argentina bajo identidad falsa (Ricardo Klement). Los servicios de inteligencia israelíes confirmaron su identidad y ubicación en 1960, y posteriormente fue capturado por un equipo del Mossad y agentes de Shin Bet y llevado a Israel para ser juzgado.

Es a partir del proceso judicial, llevado a cabo por el “naciente” Estado Judío, que Hanna Arendt escribió una serie de artículos para la revista New Yorker, los mismos que sirvieron de miga y sustancia para el nacimiento del libro “A Reporter at Large: Eichmann in Jerusalem”.

Debo confesar que la lectura del libro escrito por Arendt nació y germinó del gran interés que he adquirido por encontrar algunas respuestas a la debacle europea suscitada a lo largo del siglo XX. Dentro de las muchas preguntas, existían tres, a cuyas respuestas no me lograba asomar: Por qué los Nazis lo hicieron? Eran acaso monstruos? Cómo pudo un hombre de apariencia tan “normal” como Eichmann colaborar y cometer crímenes tan horrendos?

Una de las primeras lecciones aprendidas de Arendt es que los tipos monstruosos no deben ser necesariamente asociados a sujetos tocados por algún tipo de desorden síquico o moral, sino que pueden llegar a ser seres comunes y silvestres. Eichmann fue un tipo superficial, alguien no muy inteligente que hablaba con frases hechas y a quien le preocupaba no haber llegado a coronel; su decisión de ingresar al Partido Nazi respondió a un acto casi natural al contexto en el que le tocó vivir, no siendo el resultado de una decisión meditada, al punto de que nunca se informó sobre el programa político Nazi. Tampoco era un fanático antisemita, ni un genio del mal, ni un loco que obtuviera placer al saberse responsable de la muerte de millones de personas.

Para Arendt, lo de Eichmann no respondía a algo fuera del orden común de las personas: “No era estupidez, sino una curiosa, y verdaderamente auténtica incapacidad para pensar”. «Hubo muchos hombres como él, y estos hombres no fueron pervertidos ni sádicos, sino que fueron, y siguen siendo, terroríficamente normales”. El problema de Eichmann no fueron sus intenciones, sino que no se paró a pensar en las consecuencias de sus actos y en las alternativas que tenía.

Es así como Arendt presenta un nuevo tipo de maldad que a través de la burocracia transformó “a los hombres en funcionarios y simples partes de la maquinaria administrativa”.

Durante la lectura del libro los argumentos (a manera de pregunta) que Eichmann sostuvo durante su proceso despertaron una particular curiosidad en mí: “¿Quién era yo (Eichmann) para juzgar las órdenes de mis superiores? ¿Quién era yo para poder tener mis propias opiniones en aquel asunto relacionado a la Solución Judía (que acabaría con el exterminio de millones de seres humanos)?” Ante esta actitud llego a reconocer otra de las lecciones aprendidas de Arendt, la cual consiste en que los peores crímenes no requieren grandes motivos.

A mi cuenta y riesgo puedo llegar a decir que fue la incapacidad de pensamiento (de juicio en términos racionales y morales), la que originó y permitió la barbarie que gobernó en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora bien,  a qué se refiere Arendt con “incapacidad de pensamiento”? Es necesario señalar que para Arendt existe una importante distinción entre Conocimiento (Acción y capacidad para acumular ideas, elaborar teorías, resolver problemas técnicos) y Pensamiento (Capacidad de poder tener empatía, de entablar un diálogo interior que busca intentar resolver conflictos morales); distinción que permite que la autora nos hable de la Solitud, que no es otra cosa que el dialogo continuo con nosotros mismos.

Por tanto casi toda la sociedad Alemana y Europea (de 1920 a 1945) careció de una capacidad de reflexión, esa que nos lleva a interpelar nuestras propias acciones y futuras elecciones. Aquí es cuando le respondo al propio Eichmann señalando que TODOS somos QUIEN para juzgar, ya que la carencia de esa facultad (y de su ejercicio) es lo que hace posible y tolerable la diseminación del mal.

Y esta actitud no debe ser solamente aplicada frente a cualquier resistencia contra las formas que adquiere el totalitarismo, sino, sobre todo, en tiempos como los de hoy, donde es necesario preguntarnos sobre cuáles son las consecuencias de nuestras acciones: ¿qué efectos tiene en los demás lo que para nosotros no es más que un trabajo de oficina? ¿Cuáles son las consecuencias de un voto mal informado? ¿Nuestra empresa contamina, por ejemplo, o pone a otras personas en dificultades económicas? ¿Debemos ser tolerantes solamente con quienes comparten nuestras creencias? ¿Debemos juzgar nuestra historia de manera imparcial o bajo la óptica de alguna ideología? ¿Acaso sólo son los políticos que nos gobiernan los únicos responsables de la metástasis moral en la que vivimos? ¿Quién valida el comportamiento corrupto? ¿Debemos solamente combatir la gran corrupción sin hacer lo mismo con la pequeña corrupción? ¿Cuestionar a las autoridades nos hacen ser ciudadanos o nos convierten en partidarios de alguna ideología de turno?

La teoría política y ética de Arendt nos propone un nuevo “imperativo categórico”: No podemos renunciar a ejercer el pensamiento crítico y conformarnos con ser meros espectadores de lo que ocurre. Los totalitarismos (y las sociedades que las cobijan) no llegan de repente, por tanto, es importante mantener siempre el espíritu crítico y diálogo abierto.

Culmino este artículo mencionando el gran debate que generó este libro sobre la tesis planteada por Arendt donde indicaba que la responsabilidad de los nazis en cuanto a este crimen sobre la humanidad, no hubiera sido posible sin la colaboración efectiva de algunos dirigentes Judíos que vivían en la Alemania de aquellos años. Reconozco la valentía y coherencia de Arendt aquí y ahora, parafraseando a Sócrates en el Gorgias (uno de los diálogos de Platón): Es preferible sufrir una injusticia que cometerla. El filósofo no solo asegura que es mejor sufrir una injusticia que padecerla, sino que además es preferible ser castigado por cometer una mala acción que salir impune de ella.

Patria (Fernando Aramburu)

Patria (Fernando Aramburu)

El universo de “Patria” se desarrolla en un pueblecito cercano a San Sebastián, donde dos familias, muy unidas por la amistad y la complicidad, por circunstancias de la violencia (disfrazada de política) rompen de manera repentina. El libro es para mí, además de una historia tan infeliz como hechicera, una rotunda condena de la violencia, de los fanatismos e ignorancias que la suscitan; una descripción muy sutil de la degradación moral que ella provoca en una sociedad que corroe sus valores, enemistando y envileciendo a la gente, destruyendo las instituciones y las relaciones humanas.

La víctima central (Txato) es un Vasco, padre y esposo de una de estas familias amigas, pequeño empresario de transportes ajeno a cualquier posición política, uno de a pie, uno tan de pueblo, de aquel que ETA (organización terrorista nacionalista vasca que tuvo como principal objetivo la construcción de un Estado Socialista que pretendía su independencia de España) predicó defender y proteger, pero que terminó aniquilando por rehusarse a pagar cupos para financiar atentados criminales. A su muerte, muy triste e injusta, es inevitable no pensar en aquella frase que Pierre Victurnien Vergniaud (algunos se la atribuyen a Danton) acuñó y que se aplica a este tipo de historias reales: “Es de temer que la revolución, como Saturno, acabará devorando a sus propios hijos”.

Las gentes de Patria no son de héroes ni de grandes villanos, sino de seres comunes y corrientes. Comparto con Mario Vargas Llosa la idea de que “los personajes más interesantes (en Patria) no lo son porque posean virtud excepcional alguna, sino por la crudeza con que la violencia física y moral se abate sobre ellos, condenándolos a unas rutinas hechas de hipocresía y silencio, y por la resignación con que soportan su suerte, sin rebelarse, sometiéndose a ella como si se tratara de una tragedia natural inevitable”.

Al principio, se diría que todos los vecinos hacen causa común con la subversión; pero a medida que nos vamos acercando a la intimidad de las familias, y las escuchamos hablar en voz baja, sin testigos, comprendemos que la gran mayoría de los vecinos disfraza sus sentimientos porque tiene miedo, un pánico que los acompaña como su sombra.

¿Es una novela de buenos y malos? No es una novela de buenos y malos, en este libro hay personajes que cometen actos de maldad, considero que los seres humanos somos muy complejos (porque incluso un criminal tiene facetas buenas) y precisamente “Patria” devela tal complejidad. Es mas bien una mirada directa hacia las víctimas y victimarios de la insania política (o de la violencia disfrazada de política), que se alimentan de conceptos quimera tales como el Nacionalismo, socialismo, españolismo; etc.

A pesar de lo que yo pueda decir, considero que Aramburú evita con buen tino las disquisiciones ideológicas, limitándose a mostrar, a través de episodios escuetos cómo toda una sociedad de gentes sanas, sin misterio, va siendo arrastrada poco a poco, concesión tras concesión, a la complicidad y a veces a las peores vilezas que el extremismo genera.

Me he sentido verdaderamente interpelado al leer esta novela, al punto de preguntarme sobre si yo acaso podría conseguir perdonar la hipotética muerte de mi padre en manos de un terrorista, o si más bien, habría defendido a un hijo mío, como Miren lo hace con Joxe Mari, en caso estuviera en la cárcel por ser miembro de ETA. Cómo se vive el hecho de que te maten al padre? Qué sentirías si es tu hermano o tu hijo quien decide el camino del terrorismo? Qué siente el terrorista en el preciso momento en que decide disparar a una víctima y ésta última lo está mirando a los ojos?

Los personajes merecen, cada uno, un artículo propio: el Jxato, Arantxa, Bittori, Miren, Jose Mari, Xavier, Nerea, Gorka, Joxian; seres maravillosos, cada uno protagonista de un drama que confluye en medio de la violencia política que manchó de sangre y ensombreció de dolor para siempre a España.

Finalmente es el “Perdón” el otro gran protagonista de esta novela, acaso porque derrumbó en mí los prejuicios sobre los cuales he construido un concepto (y que sospecho muchos comparten). Los últimos libros y debates sobre Sendero y el MRTA me hicieron creer que era necesario que Polay y Guzmán se dirigieran al país pidiendo perdón por tanto destrozo y dolor causado, ahora pienso que el perdón depende de cada persona, de como ésta haya interiorizado el drama vivido. A partir de “Patria” pienso y siento que el perdón sincero es íntimo, al punto tal que quien sufrió una pérdida no tendría porqué dar una respuesta frente al perdón. En Patria se aborda una opción posible de Perdón porque, valgan verdades, el perdón no es algo posible de teorizar.

SI ESTO ES UN HOMBRE (Primo Levi)

SI ESTO ES UN HOMBRE (Primo Levi)

El infierno es posible, existen aquellos que lo han experimentado sin haberlo siquiera pensado, más allá de cualquier posición filosófica/teológica(creyente, agnóstico o ateo), el infierno es posible.

Primo Levi relata de manera insuperable su estancia en el infierno, o en la sucursal del mismo: Auschwitz. Levi, químico de profesión, nacido en la región de Turín (Italia), se ve atrapado en aquel infierno por el solo “delito” de haber nacido judío. Esta radiografía sobre el dolor y la desgracia extrema te pueden dejar sorprendido en relación a cómo es que los humanos podemos sobrepasar (o violar) cualquier límite natural (inquebrantable) cuando la insania ideológica gobierna.

El relato de Levi no solo es el de un superviviente en un campo de concentración (sobre eso se ha escrito y visto mucho); es el relato preferente sobre cómo es que algunos humanos, a pesar de ser vilipendiados, vejados y reducidos a la condición de simples envoltorios, superan las desventajas materiales y espirituales para aferrarse al regalo más preciado que se puede tener: La Vida; y una vivida en dignidad (y libertad).

Los negacionistas dicen Auschwitz no ocurrió, que los millones que murieron, no murieron. Es un deber moral leer este tipo de testimonios (absolutamente a-políticos) para entender que la barbarie es posible, que el abuso más inimaginable fue posible, que la insania, sea de derecha, izquierda, o lo que sea, fue posible porque los hijos de aquel momento se entregaron a ideologías basadas en mentiras y frases populacheras.

Pero lo más notable de este libro (que no es literario) es la manera en que Levi relata su martirologio sin promover algún odio que aliente el revanchismo perpetuo. Aunque no parezca humano, Levi no odia, solamente relata que el infierno es posible, pero que el perdón sin olvido también. Al leer a Levi, fue inevitable no pensar en el maravilloso libro “Memorias de un Soldado Desconocido”, de Lurgio Gavilán, quien también relató con maestría, y sin ninguna pretensión de revancha, la terrible experiencia de haber vivido en medio de una guerra sin sentido en nuestro país. No peco de exagerado cuando digo que compartes un lugar en el olimpo de los grandes como Levi querido Lurgio.

Si quieren regalar algo esencialmente significativo esta navidad, regálense este maravilloso libro.

LA FRACTURA

LA FRACTURA

Estos días tan difíciles los he dedicado, además de las actividades laborales alimentarias, a leer con intensidad. Leer este libro (que empezó con “Años de Vértigo” del mismo autor) ha sido verdaderamente trascendental, no soy el mismo, definitivamente, y siento haber llevado un breve pero nutrido diplomado en historia de occidente del siglo XX.

A lo largo de este libro se expone la manera en que la gente experimentó el periodo del final de la Primera Guerra Mundial y las dos décadas que siguieron, y el modo que la modernidad afectó sus vidas. Se analizan las ideologías y las concepciones culturales contemporáneos.

Por ejemplo, en 1923 las teorías científicas convirtieron el mundo físico en algo imprevisible y extraño (así como los surrealistas cuestionaron la desacreditada moral del pasado en 1924). En 1927 el incendio del Palacio de Justicia de Viena fue el ejemplo concreto de las tensiones sociales, políticas y culturales del momento. El capítulo dedicado a 1928 sugiere que cuando se percibía una lenta recuperación económica, la respuesta de los jóvenes de la época fue él escapismo, además del consecuente Crac de 1929.

Ese fue el periodo de entreguerras que comenzó a pasar del optimismo al pesimismo dejando de ser la posguerra para convertirse en un nuevo conflicto bélico. 1929 comenzó con Magnitogorsk, pero el crac bursátil de Wall Street trajo consigo la disolución económica y cultural que se puso de manifiesto en Berlín y su vida cotidiana.

El libro explora el escenario vivido no solo en Italia, Alemania y Francia, sino que además detalla la experiencia en Gran Bretaña, mostrando la desesperación de la gente corriente durante esos años de crisis. Detalla con gran precisión el caso de los refugiados del Dust Bowl de las grandes llanuras norteamericanas, así como el drama de todos aquellos que huían de Alemania donde la situación se hacía cada vez más grave.

El periodo de entreguerras, según el autor, (idea que comparto plenamente) señala que “para comprender el periodo de entreguerras, la clave no es la ruptura, sino la continuidad”. Se explora con maestría una serie de fenómenos, tales como los enfrentamientos en las calles hasta las avalanchas de refugiados y las ejecuciones masivas debido a la lucha de las ideologías. Puedo decir, a partir de un estudio del libro, que el llamado periodo de entreguerras no fue una época de paz sino más bien una continuación de la primera Guerra.

Es imposible no hacer un paralelo entre lo que vivimos hoy y el mundo como fue de 1918 a 1938; sin embargo, esto puede ser algo engañoso. El crac de 1929 así como la crisis de las hipotecas subprime de 2008 provocó desempleo y destruyó muchas vidas. Los políticos y economistas hicieron el paralelo para indicar que vivíamos en una segunda depresión mundial; luego de leer este libro creo que lo interesante no es el parecido sino aquello que los distingue. La crisis del 2008 no provocó un colapso del 25% de desocupación como ocurrió en EEUU en la década de 1930 (40% en Alemania); se evitó ese desastre gracias a las lecciones que aprendidas y a las instituciones existentes.

Creo que las semejanzas van en otro aspecto: Los 20 años (desde 1918 a 1938) como los primeros 20 años de nuestro siglo se caracterizan por una sensación constante de inseguridad; no tengo duda alguna que nuestra vida (comparada con la década posterior a la Segunda Guerra Mundial) se ha vuelto precaria, no debido a más guerras, sino a las opciones políticas que tomamos y las que toman los políticos que elegimos. Todos vivimos más cerca de la catástrofe económica personal (solo miren lo que sucede con el Coronavirus); hoy no podemos hablar de una seguridad laboral completa por ningún motivo.

Luego de leer este libro llego a la conclusión que la historia como nos la enseñaron no es en lo mínimo crítica y objetiva. Hoy los conceptos de racionalización y maximización de ganancias reemplazaron a la razón y el bien común; hemos gestionado nuestras sociedades como si fueran empresas. En occidente la idea del Mercado pasó a ser la casa ideológica de muchos (incluyéndome, hasta hoy), creyendo afiebradamente en la iluminada idea y las leyes inamovibles del Mercado, produciendo una sensación de “estabilidad “ hasta el 2008, cuando queda descubierto que nos mintieron, debido a que la precariedad del sacrificio no era debidamente compensada con la posibilidad de salir adelante, de conseguir un trabajo mejor o de poder pagar estudios decentes.

Debido a la irresponsabilidad y codicia en el mercado de viviendas, sumado al cinismo de los Banqueros, comenzaron a zozobrar muchos países, convirtiendo a la rabia en amargura y desencanto y millones de personas se apartaron del proceso político perdiendo esperanza a ser algo más que consumidores cuyo valor para la sociedad se mide por la solvencia de su línea de crédito. La consecuencia del desencanto colectivo es, en muchos aspectos, comparable con lo que sufrieron los europeos después de 1918, debido a que nos enfrentamos al mismo dilema: Cómo vivir en un mundo con valores e ideas desacreditados? La idea de la perfección de la infalibilidad del Mercado es hoy una parodia, el evangelio del mito del crecimiento y de la meritocracia se está derrumbando día a día. El evangelio del mercado libre es tan ideológico como el fascismo y el comunismo.

Está más que demostrado que en casos como el de nuestra sociedad, la atención sanitaria y la educación son cada vez menos accesibles en el sector público infrafinanciado donde se hace lo que puede. Es demostrable que hoy quienes pueden pagar servicios privados pagan mucho más de lo que se pagaba hace apenas una generación, y los que no pueden, se encuentran cada vez más excluidos. Y sin embargo, como señala Blom, “los mismos que más han de temer por su sustento, cuyo estilo de vida se ve continuamente amenazado y tienen que pagar más para satisfacer sus necesidades básicas son los que suelen defender el sistema vigente, quizá porque ofrece algo más fundamental que la seguridad: esperanza. Tratamos al Mercado como una realidad fundamental, nos ofrece algo en qué creer. Hemos elegido un evangelio político como lo hicieron los socialistas y fascistas en la década de 1930”.

Llego a la conclusión de que la creencia de un Mercado perfecto ha sido fundamentalmente ideológica desde su comienzo (basta ver la idea no demostrada de que los mercados se regulan solos).

Concluyo diciendo que la cultura de entreguerras celebró libertades por las que se lucharon; hoy hemos hecho a un lado a la libertad para vivir en el paraíso del “Mercado perfecto” en el que la dinámica de éxito se basa en ser más compatibles con el sistema, más competitivos y conformistas (en cuanto al pensamiento). Entre 1918 y 1938 las ideologías políticas sirvieron para contrarrestarla sensación de vacío moral y político que siguió al conflicto. Después que la Primera Guerra Mundial acabara con Imperios y con la moral de la época, millones de individuos angustiados por llenar el vacío, se refugiaron en ideologías.

De Animales a Dioses

Lo terminé de leer y de lejos entra en mi top 5 de los mejores libros que he leído en lo que va de mi vida.

De Animales a dioses, Yuval Noah muestra una breve breve historia de la humanidad (bastante bien documentada), desde los primeros humanos que caminaron sobre la Tierra hasta los radicales y a veces devastadores avances de las tres grandes revoluciones que nuestra especie ha protagonizado: la cognitiva, la agrícola y la científica. A partir de la biología, antropología,paleontologia o la economía se explora cómo las grandes corrientes de la humanidad han modelado nuestra sociedad, los animales y plantas que nos rodean e incluso nuestras personalidades. El autor plantea, entre muchas otras, preguntas tales como: Hemos ganado en felicidad a medida que a avanzado la historia? Podemos hacer algo para influir en los siglos futuros?

Más que leerlo, lo he estudiado y con mucha alegría debo decir que ha destruido muchos prejuicios adquiridos, me ha permitido cuestionar algunas verdades históricas y me ha dado una mejor perspectiva sobre la influencia de las religiones tales como el catolicismo, el protestantismo, el capitalismo, el socialismo y el humanismo, religiones altamente influyentes en la historia de la humanidad. Como todo maniático de los buenos libros, he tomado apuntes y cuando alguno de Uds se decida a leerlo encantado invito el café y/o las chelas y conversamos sobre este notable libro.

Como siempre, los invito a leerla (o regalarla), porque es un «librazo».

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Es el Fin de la UE?

La Unión Europea nació con el propósito de acabar con los terribles enfrentamientos militares entre vecinos que culminaron con la Segunda Guerra Mundial. Mucha agua corrió bajo el puente desde los años 50, década que presenció el nacimiento de La Comunidad del Carbón y el Acero, hasta la década de 1990, que fuera testigo de la firma de dos de los tratados más importantes: Maastricht (Tratado de la Unión Europea) en 1993 y; Ámsterdam en 1999. Y digo que mucha agua corrió bajo el puente porque Europa tuvo que afrontar retos muy grandes: la Guerra Fría, la caída de gobiernos nacionales de ultra derecha y de ultra izquierda (así como sus transiciones), la caída del muro de Berlín, entre otros.

Europa sacrificó mucho para avanzar en favor de la integración, obteniendo a cambio logros importantes. En 1986, con la firma del Acta Única Europea, se dio luz verde a la eliminación de trabas a la circulación de mercancías a través de las fronteras de la UE, dando inicio así al “Mercado Único”, proceso que concluye en 1993 con la creación del mercado único con las “Cuatro libertades” de circulación: De mercancías, servicios, personas y capitales.

El mundo fue testigo del resurgimiento de Europa y del resurgimiento de los principales países miembros volverían a tomar un nuevo protagonismo en el ámbito de las relaciones internacionales.

¿CRISIS EN LA UE?

Todo ello cambió el año 2008, año en que el Mundo se vio remecido por la crisis económica que fue comparada con el Crack de 1929; sin olvidar el reto a la seguridad internacional que significó el ataque a las Torres Gemelas (11.09.01). Es a partir de estos sucesos que el mundo entero, y Europa en particular, se vio obligado a enfrentar a una realidad maquillada por una aparente prosperidad; prosperidad que fue promovida por el Estado de Bienestar, el exceso y la codicia de la especulación financiera que significó la crisis más profunda del capitalismo como modelo de desarrollo, así como el laxo tratamiento que se le dio a los conflictos de turno en el Medio Oriente.

Recientemente la crisis se vio agravada con el referéndum que decidió la salida del Reino Unido de la UE (conocido como el BREXIT) y con el triunfo electoral del magnate de los negocios Donald Trump, quien diera un sorpresivo revés en las últimas elecciones en los Estados Unidos.

Jean Claude Juncker, Presidente de la Comisión Europea, señaló que la UE enfrenta una crisis existencial debido a que la promesa del Estado de Bienestar se resquebraja, sumado a que muchos derechos y libertades son cuestionados por algunos gobiernos de los países miembros y a la profunda crisis de los partidos políticos europeos quienes han perdido legitimidad debido al hartazgo de la gente que no siente que los problemas cotidianos sean resueltos así como los escándalos de corrupción en los que se encuentran envueltos.

¿EL FIN DE LA UE?

Actualmente podemos encontrar en las redes sociales información relacionada a lo que viene ocurriendo en la UE. No sirve de mucho realizar un análisis dando por hecha su desaparición. Antes que el fin, estamos frente a un escenario retante que exige un replanteo sobre las estructuras de la UE, sin que ello implique el fin de la misma; esto último ha sido visto con preocupación debido al resurgimiento de las propuestas nacionalistas de ultra derecha que existen desde el surgimiento del romanticismo europeo que originó el Fascismo.

Importante expectativa es la que despierta las próximas elecciones que se llevarán a cabo en Francia, Alemania y Holanda. A la fecha los candidatos ultra nacionalistas Marine Le Pen (Francia) y Geet Wilders (Holanda) lideran las encuestas, lo que incrementa la situación de incertidumbre debido a los discursos que acusan la problemática que ha generado la política de “puertas abiertas” a los inmigrantes de países en guerra, donde además participan los Estados más importantes de la UE; hasta la decisión de favorecer una salida de la UE debido al fracaso económico generado por la excesiva regulación creada desde Bruselas. El triunfo de Le Pen en Francia significaría un serio debilitamiento para el propósito integracionista. No menos preocupante es la situación en Italia que, tras la derrota de su ex Primer Ministro Matteo Renzi quien buscó una reforma constitucional, aceleró el proceso de elecciones que tiene como principal favorito al candidato nacional-populista Beppe Grillo (cómico, actor y político Italiano).

Al escenario de incertidumbre debemos añadir la participación desestabilizadora del Presidente Trump y del presidente Vladimir Putin. Sobre éste último pesan serias acusaciones por haber intervenido indirectamente en las elecciones norteamericanas en favor de Trump a través de Hackers y la propagación de noticias falsas en la Web. El Estado Alemán acusa la posible intervención de la Inteligencia Rusa y norteamericana en favor del partido “Alternativa por Alemania”, partido de ultra derecha de ideología euro escéptica y xenófoba.

Frente a esta amenaza encontramos a la Canciller Alemana Angela Mérkel, considerada como la única alternativa posible de hacer frente a la ola populista y nacionalista que amenaza a Alemania y al proyecto de la UE. Merkel ha sido fuertemente criticada por su política de apertura en favor de los inmigrantes provenientes de países en conflicto militar tales como Siria, Irak y Afganistán. A pesar de las críticas Merkel ha decidido postular nuevamente y por el momento se encuentra liderando las encuestas. Merkel asumió el liderazgo en favor del proyecto Europeo durante la crisis económica que se desató el año 2008, promoviendo políticas de ajuste económico que fueron tomadas con poca simpatía en España, Portugal, Francia y Grecia. A pesar de todo consiguió que Alemania se mantuviera sólida (política y económicamente) durante su mandato, ello le ha significado la simpatía y confianza del electorado y hoy por hoy es vista como la única líder Europea con capacidad de negociación y liderazgo para replantear y sacar adelante a la UE frente a la amenaza proteccionista y nacionalista que lidera el Presidente Trump a nivel de política internacional.

¿CÓMO NOS AFECTA A LOS PERUANOS?

Para la Cámara de Comercio Francia-Perú, la UE es el tercer socio comercial de Perú en términos de importaciones (máquinas y equipos de transporte) y el principal destinatario de sus exportaciones (combustibles y productos mineros). El Tratado de Libre Comercio entre la UE y Perú que entró en vigor en marzo de 2013, constituyó una oportunidad importante para las exportaciones peruanas agrícolas y acuícolas que representan ya casi 1/3 de todas las exportaciones del país hacia la UE. El comercio UE – Perú se ha incrementado en estos últimos años y las exportaciones alcanzaron 4,900 millones de euros en 2013, lo que corresponde al 16 % de las exportaciones peruanas. A ello podemos agregar la implementación del Acuerdo entre Perú y la UE para exonerar a los peruanos del trámite de la visa Schengen para ingresar a Europa como turistas, dinamizando así el tránsito de personas.

Desde la Colonia, Europa siempre ha sido fuente de referencia en el plano económico, cultural, social y político. La reciente crisis de partidos políticos en Europa ha encontrado eco en nuestro país. En lo económico la crisis tuvo un impacto en nuestro mercado laboral y financiero, ya que mucha de la mano de obra calificada se vio obligada a migrar hacia este lado del mundo. En lo social basta con preguntar quién no tiene algún familiar o amigo que haya tomado la decisión de buscar una oportunidad mejor en Europa; créanme que el triunfo de alguno de los candidatos nacionalistas que exaltan la intolerancia y la xenofobia, influirá en la vida de nuestros compatriotas allá. No olvidemos que hace tan sólo 77 años esta misma corriente Nacionalista tomó el poder en Europa bajo contexto no tan distinto: Crisis económica, política y social que aparentemente exigió la presencia de un Estado mucho más fuerte a cambio de la entrega de libertades fundamentales.

No anuncio la llegada del Armagedon, pero tengamos presente que algunas veces la historia es misteriosamente cíclica, más aún cuando se empecina en querer que aprendamos las lecciones que no terminamos de aprender. Invito al lector a reflexionar: Cuál fue el resultado que la humanidad obtuvo cuando se pretendió dividir al mundo en humanos “superiores” y humanos “inferiores”? Hacia dónde nos dirigió el argumento que promovía defender lo “nacional” frente a la amenaza de lo “extranjero”? Es posible resolver los retos globales a través de medidas radicales?